16.5.16

LAS BRUJAS POSEÍAN UN CABELLO DEL COLOR DE LA SANGRE. SOLO LAS BRUJAS, SOLO EL DEMONIO, DE RUBÉN FONSECA

Su melena, recogida en un moño con la ayuda de un broche de color negro como las noches de Piedrafría, era de un vivo color fuego y, con el corazón temblando como un pajarillo en invierno, Margarita recordó que su abuela le decía que solo las brujas poseían un cabello del color de la sangre.
Rubén Fonseca nos trae relato que muy bien podría enmarcarse en el cuento gótico de época. Solo las brujas, solo el demonio juega con dos temas característicos de esta corriente: las brujas y la camaleónica figura del mal que en esta historia se ha encarnado en uno de los personajes.

Lo primero que hace el autor es ponernos en antecedentes, la casa de los marqueses de Piedrafía sufre de un misterioso mal. La primera en morir fue la señora de la casa y ahora Don Alfonso, su marido, se debate entre la vida y la muerte dejando al pequeño Rodrigo al cuidado de los criados.

Con el fin de cuidar del marquesito, llega la hermana de Don Alonso, Doña Julia una misteriosa mujer cuyo cabello rojo como la sangre despertará los temores más atávicos de Margarita, la chica de la cocina. 

Los personajes se nos presentan con unas pocas pinceladas —el autor padece en esto los efectos de la escasa extensión— y lo mismo sucede con las descripciones, aquí lo que prima son los diálogos, los personajes y sobre todo la atmósfera que se va enrareciendo a medida que avanza Solo las brujas, solo el demonio. Para resumir, es una historia con tintes clásicos que es ante todo muy entretenida, algo que comparte con el resto de la colección y por supuesto te pondrá los pelos de punta.

¿Tendrá algo que ver la visita de Doña Julia con los fenómenos sobrenaturales que cobran fuerza en la casa? ¿Y qué es lo que hace que uno pueda ser merecedor de las dalias negras? ¿Cuál es la verdadera naturaleza de este regalo?
Con una taimada sonrisa, la mujer depositó la flor, una dalia negra, 
frente a la puerta de Rodrigo.

2 comentarios:

  1. Mmmm, suena a que me apetece. A que me apetece mucho. Caerá seguro :)

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    1. Pues ya has visto que no llega a un euro su precio y eso que hablamos de papel. Es lo que me gusta de los pennys, te llevas mucha diversión por muy poco. Yo lo confieso, cada vez soy más adicta a este formato.

      Me alegra haber conseguido picarte el gusanillo.

      ¡Un beso!

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