25.4.16

NOSOTROS SOMOS LA MATERIA PRIMA, NO SON LAS LETRAS, LOS INSTRUMENTOS O LAS PINTURAS. ENTREVISTA A JAUME VICENT.


Jaume Vicent no es solo el autor de la novela Blackwood: Piel y huesos, los penny dreadful Caído del cielo o Viejas huellas. Es también el personaje detrás de la columna Mala sangre. Numerosos relatos han nacido de su pluma. Y, por supuesto, es el creador de Excentrya, uno de esos blogs perfectos para escritores.


1.  ¿Qué es lo más drástico que has hecho por el arte?

No creo que haya hecho nada realmente drástico por arte. Aunque bueno, supongo que tratar de vivir de esto pude considerarse bastante drástico. El mayor cambio al que me expuesto ha sido vivir de lo que escribo, no de mi faceta literaria, pero sí de la creación de contenidos y la gestión de blogs y páginas de empresa.
Creo que cuando pensé en ser escritor y por encontrarme en una situación de desempleo que no parecía mejorar, me abandoné al arte y decidí que viviría de esto o que moriría con las botas puestas. De momento tengo lo suficiente para comprarme unas botas.

2.  El mejor consejo que has recibido de un artista.

El mejor consejo de un artista me lo dio mi pareja, María. Ella es pianista y desde muy pequeña está metida en concursos de piano y le ha tocado moverse mucho dentro del mundo del arte. En muchos momentos he estado a punto de dejarlo, de olvidarme de todo esto y seguir con mi vida, terminar lo que me queda de mi carrera como antropólogo y buscarme la vida en terrenos más agradecidos que este, pero ella siempre estaba ahí y, a pesar de que me insistido siempre en que termine la carrera, no me dejó abandonar. Su consejo siempre fue que siguiera adelante, que lo hiciera, que no lo abandonara.
Ella me enseñó a impermeabilizarme en un mundo, el del arte en general no solo la literatura, en el que hay mucho mamoneo y mucho compadreo. Ella me aconsejó ponerme orejeras y seguir adelante siempre, pase lo que pase. De ella aprendí el valor del esfuerzo y del trabajo duro y creo que ese es el mejor consejo que puede dar un artista: esfuérzate y trabaja duro, empéñate y sangra.

3.   Si tuvieras que vivir en el interior de un cuadro, ¿cuál sería?

Cualquier cuadro de Pollock me sirve, aunque digan que son macarrones gratinados. Él era capaz de encontrar arte dentro de ese caos, solía decir que cada gota de pintura estaba en el lugar exacto, nada era por azar. Me identifico en ese caos controlado, soy una persona muy desorganizada y caótica, me olvido de las cosas, me olvido de la gente con mucha facilidad, por lo que también me podría identificar con Noctámbulos de Hopper, soy una persona muy desapegada; la gente cree que paso de todo y que no me preocupo, pero es que yo soy así, los que me conocen saben que no deben esperar una llamada mía, no por nada, es que no me sale, pero no significa que no me vaya ipso facto a tomar una cerveza cuando me llamen. Siempre he sido bastante solitario en ese aspecto, es algo que no todos entienden —de hecho no lo entiende casi nadie—, no soy fácil de conocer.

Guardianes del secreto, de Jackson Pollock
4.   Los escritores se nutren de obsesiones. ¿Cuáles se reflejan en tus obras?

Mi obsesión son los detalles y la música, soy un apasionado de la música y eso se nota en mis obras, algunas están escritas sobre una canción y en todas ellas encontrarás referencias a temas músicales o grupos de música. En Caído del Cielo, sin ir más lejos, hay muchas referencias a Fleetwood Mac.
Los detalles me obsesionan, soy una persona que se fija mucho en los detalles, dicen que el diablo está ahí. Eso se refleja en mi prosa mis descripciones son el punto fuerte de lo que escribo y mis personajes, que muchas veces son difusos, tienen muchos detalles. Creo que es importante fijarse en los detalles porque la realidad, al final, es un conjunto de millones de pequeños detalles.
También me obsesiona el fracaso, algo que reflejo en mis personajes, tengo muy poca tolerancia conmigo mismo, me exijo mucho y no tolero un trabajo mal hecho. Mis personajes son, casi todos, unos fracasados, supongo que en ellos reflejo parte de esa obsesión.

5.  En una entrada de este blog hablé al público acerca de mi campo semántico personal y me gustaría que compartieras el tuyo. Puedes acompañarlo de una reflexión acerca de tu estilo. 

Al escribir terror tengo un campo semántico personal un tanto excéntrico. Suelo usar mucho palabras como pegajoso, decrépito, húmedo, oscuro… Aunque en realidad y si echo la vista atrás mi campo semántico original era mucho más amplio, más marginal, palabras como nihilista, forman parte de mi vocabulario personal.
Nunca me he parado demasiado a pensar en estas cosas, la verdad, además creo que tengo capacidad de camuflaje pues según el relato que escribo cambio bastante el lenguaje, no se parece en nada Caído del Cielo a Viejas Huellas, por ponerte un ejemplo, me gusta cambiar mis registros según el tono y la ambientación de mis historias, por eso me cuesta mucho hablar sobre campos semánticos… soy un cosmopolita de la semántica, hoy aquí, mañana allá…
Sin embargo si tengo un campo semántico o un estilo personal, este sería el de la música y la cultura popular, soy un enamorado del cine y la televisión y me encanta llenar mis textos con referencias a series, películas y canciones populares. Es algo que me encanta.


6.  ¿Qué ha sido lo más complicado de escribir Blackwood: piel y huesos? Cuéntanos algo que no te hayan preguntado acerca de la novela.

Para mí Blackwood fue complicada en cada uno de sus pasos; de entrada, quise presentarla a un concurso y la escribí en algo más de tres semanas. Era prácticamente lo primero que escribía en mi vida, había escrito algunos relatos pero poca cosa, Blackwood —que entonces se llamaba Hambriento— fue mi proyecto real como escritor, nunca había escrito nada y supuso un esfuerzo tremendo.
Luego con la corrección sufrí otro tanto, revisando y reescribiendo hasta la náusea. Ha pasado por tantas versiones y revisiones que me cuesta mucho trabajo pensar en cómo era la versión original de la obra.
Pero lo más complicado sin duda fue escribir. Como he dicho no sabía lo que estaba haciendo y era como nadar por instinto, puedes aguantar nadando como los perros, pero antes o después te cansas y te ahogas.
Algo que no me hayan preguntado… Fue mi novia la que me dijo que la enviase a las editoriales y que la publicase, yo la tenía guardada en el disco duro. 


7.  ¿Cómo es tu rincón de trabajo? 

Es un escritorio de maderas nobles africanas, con un secante de piel de elefante teñida de verde, con volutas trabajadas por artesanos italianos a los que arrancaron los ojos al terminarlo y que usó Rudyard Kipling para escribir El Libro de las Tierras Vírgenes.
Qué va… es un puto desastre, un simple escritorio lleno de pegatinas, cubierto de papelajos y con la bandeja del teclado rota. Tengo una estantería encima que amenaza con partirse en la que están los libros de Stephen King y una calculadora.

8.  ¿Contradicciones en tu proceso creativo? 

¿Contradicciones? Por norma general tengo pocas contradicciones al escribir, atravieso tres fases: me encanta voy a escribir como un loco, ufff… no puedo con esto lo dejo... y ¡Joder! Con lo buena que es la historia, voy a terminarla ya.
Mi mayor contradicción es que empiezo los proyectos y los dejo, casi todos los relatos que he escrito —salvo Viejas Huellas que salió del tirón—, han pasado por ese terrible abandono. Mi editora está encantada porque dice que, a pesar de dejarlo durante meses, al retomarlo no se notan los cambios.
Para mí es un problema, ya que la mayoría de historias quedan en el tintero a medias y muriéndose del asco. No siempre me funciona lo de retomar las cosas. Así que supongo que la mayor contradicción de mi proceso creativo es que abandono ese proceso a mitad…

9.  Has publicado relatos en varias antologías (¿Qué ha sido eso? Compendio del terror; Calabazas en el trastero nº16 Asesinos históricos, Conjura…) ¿Qué opinión te merece la ficción breve?

Me encanta la ficción breve, de hecho es el ámbito en el que más cómodo me siento. No te voy a decir que es el género menor o que todo el mundo lo desprecia, porque eso son cosas del siglo pasado, la literatura breve hoy en día está muy bien vista —solo tienes que ver la cantidad de revistas y antalogías que se publican al mes o todas las iniciativas en Internet que giran alrededor del cuento breve—.
Para mí la literatura breve es la mejor forma de contar una historia que existe, para muchos escritores —entre los que me incluyo—, las novelas son una maratón y suponen un esfuerzo extra al que no pueden llegar o que, de hacerlo, llegan exhaustos. El relato breve, por otra parte, supone una carrera de velocidad.
El cuento nos permite condensar la historia y crear pequeñas perlas, Poe decía que los relatos deben girar en torno a un único sentimiento y eso es lo que los hace tan atractivos, además de que ofrecen la posibilidad de cerrar el libro cuando quieras y seguir dentro de cinco meses sin haber olvidado nada.
Para mí el relato breve es la forma básica, todos nosotros nos acercamos a la literatura escribiendo pequeños cuentos, historias cortas de 1500 o 2000 palabras. El el andar antes de correr de los escritores. Creo que no es para nada despreciable, de hecho, grandes piezas de la literatura son cuentos y no me refiero a los Grimm, hablo de autores como Poe, Lovecraft, Bradbury o Asimov. Y si lo tuyo no es la literatura de género, otros como Cervantes, Gogol, Chejov, Bukowski o Carver han escrito grandes cuentos.
Para los escritores el relato breve es la mejor forma de entrenar que existe. Bradbury decía que había que escribir un relato breve cada semana y de hecho, cuando uno se mete y lo intenta la mejoría es más que notable.
Yo siempre he dicho que los relatos breves son como las canciones de Los Ramones, dos minutos muy intensos que son como una patada en los dientes.


10.  ¿Cómo fueron tus inicios como escritor? ¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba esto de juntar letras?

Mis inicios como escritor han quedado enterrados y bien enterrados. Empecé hace muchos años escribiendo en blogs donde colgaba algunos poemas, que no eran más que letras que podrían haber acompañado cualquier canción punk y algún que otro relato de corte sucio. Siempre he sido un enamorado de la cultura punk y underground y siempre he querido ser escritor del kronen al estilo de Ray Lóriga y compañía. Lo del terror vino después.
Empecé así, hablando sobre zapatillas sucias, bolsas vacías, ceniceros repletos de colillas y pantalones llenos de vómito y zorras manipuladoras que te joden la vida y se van con tu mejor amigo. Me gustaban los graffitis y me entusiasmaba hablar de coños, pollas y cocaína…
Ha llovido mucho desde entonces, pero cada cierto tiempo lleno un par de hojas de Word con algún texto de este estilo en el que dejo salir mi vena de niño de la generación Y y que, con suerte un día juntaré y publicaré en alguna parte.

11. Escritura terapéutica. ¿Cómo lo ves? ¿Qué supone para ti el acto de escribir?

Escribir siempre es un ejercicio terapéutico. Cada vez que escribes expones una parte de ti mismo, estás creado y el proceso de creación necesita una materia prima. Nosotros somos la materia prima, no son las letras, los instrumentos o las pinturas, somos nosotros los que ponemos la costilla y el barro del que nace ese arte.
Escribir te permite superar miedos, entender tus miedos y tus anhelos, te permite superar situaciones complicadas, ¡te permite incluso vengarte de alguien que te ha jodido! La escritura es medicinal, cuando te enfrentas a una hoja en blanco todo es posible, no hay un camino predeterminado que debas seguir, por eso uno se deja llevar y muchas veces acabas encerrando ahí tus demonios interiores, es una forma de psicoanálisis gratuita.
Existen métodos de escritura automática que se supone que son mucho más beneficiosos que la simple escritura, pero bueno… Yo creo que realmente toda la escritura es curativa y regenerativa —no hay que olvidar esto—, nos sirve para muchas cosas: para alejarnos, para evadirnos, para superar malos tragos y para no olvidar, algo que también es muy importante.
Desde siempre las personas han escrito sus diarios, como forma de no olvidar lo que han sido y como confidente, pues nadie te guardará tan bien un secreto como una hoja de papel.
Para mí la escritura es una forma de expresar sentimientos y emociones que, de otra forma, no sería capaz de expresar. Escribir siempre es un acto liberador, pero en algunos casos se convierte en una necesidad. Yo siento la necesidad de escribir, de crear mundos y de contar historias, algunas veces es una válvula de escape, conviertes un problema en una historia y le das salida, dejando espacio en tu cabeza para otras preocupaciones más importantes.






2 comentarios:

  1. Muchas gracias por prestarme este espacio y, sobre todo, muchas gracias por la entrevista. Disfruté mucho de las preguntas y me lo he pasado muy bien contestándolas, ha sido una experiencia muy grata que espero repetir ;)
    Un abrazo!

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    1. Gracias a ti, es un placer tenerte por aquí.
      Ya sabes que en Epidemia siempre tendrás tu hueco ^^

      ¡Un abrazo, nos vemos en Blackwood!

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