LA SACRALIZACIÓN DE LA CULTURA. SERGIO DEL MOLINO Y EL LADO OSCURO DE LA CULTURA

«El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando» es una frase atribuida a Miguel de Unamuno, aunque es apócrifa. Otros la atribuyen a Baroja, referida al carlismo. Es igualmente apócrifa.

[…] Sea de quien sea, la cita ha hecho fortuna y se repite como si fuera una verdad, pero contiene al menos tres mentiras. La primera, el axioma de que el fascismo y el racismo son enfermedades que pueden ser tratadas. La segunda, que el fascismo es una ideología de iletrados, cuando es todo lo contrario, una construcción intelectual de gente que leía mucho.

Hace poco el escritor y periodista Sergio del Molino compartió uno de sus artículos en las redes sociales. Mejor que tú, así lo titulaba. Después de leerlo recordé una conversación que se ha repetido a lo largo de mi vida, da igual quién sea el interlocutor, la conclusión ha sido siempre mi perplejidad. En el pasado mis amigos y yo pensábamos (ingenuos) que un individuo cuanto más conocimiento hubiese atesorado a lo largo de su vida, mejor persona sería. Creíamos que la bondad era algo inherente al conocimiento. Por supuesto los años se han encargado de sacarnos de nuestro error, he conocido a músicos cuyas melodías parecían ambrosía y que sin embargo eran terribles con sus congéneres. Escritores con talento y muchas horas de trabajo a su espalda que se movían por la envidia, el odio, buscando pisar al resto. Pintores que mostrando una gran sensibilidad... no eran más que déspotas en la intimidad de su hogar. 

¿Por qué juntar el arte y el lado oscuro del hombre produce semejante disonancia? ¿Cuál es la razón de que  (y estoy segura de que no soy la única) choque tanto algo que en demasiadas ocasiones va de la mano? Es probable que se deba a que pensamos que el arte, al ser algo vocacional, mágico... no sé, cuesta creer que amando tanto algo podamos ser malvados con personas que también adoran el objeto de nuestras más altas aspiraciones. La gente culta no es necesariamente buena, eso lo he terminado aprendiendo por las malas.

La frase tiene que ver con la sacralización de la cultura y con una idea de que la gente sofisticada y cosmopolita es moralmente mejor que la gente inculta y provinciana.

Este prejuicio yo nunca lo he tenido, hay personas que no han podido cultivarse. Algunas de las conversaciones más profundas que he tenido han nacido del intercambio de pareceres con gente humilde.

Se me ocurre pensar que quizá uno de los problemas sea que muchos hemos pensado en el conocimiento y la sabiduría como sinónimos. Aún no tengo una respuesta para eso, solo sé que este pensamiento recurrente me produce dolor de cabeza y que la sociedad se empeña en vendernos al culto como mejor persona en todos los sentidos y por desgracia no es cierto. No solo eso, se tiende también a la desautorización de la gente humilde y trabajadora y creo que esto es tan peligroso como su opuesto.

Supongo que el conocimiento es como todas las herramientas, dependiendo del portador... así será su uso.

La tercera mentira tiene que ver con eso del racismo y el viaje: los que frecuentamos la literatura de viajes sabemos que algunos de sus mayores maestros han sido también destacados y desacomplejados racistas.