Valentina estaba segura. Aquellos cuatro naipes encerraban un mensaje. Un símbolo. Uno que había asustado lo suficiente a su antiguo amante como para desvanecerse del modo en que lo había hecho. Cabía la posibilidad de que abandonara Gran Canaria. Pero un inexplicable impulso la obligaba a averiguar el significado de aquellas cartas
Las aventuras de Valentina la Roja, de Luis Guillermo del Corral no es solo una novela que bebe de los folletines del siglo XIX; no se conforma y emite de forma continua guiños a su propia mediante la afición de la propia Valentina Vinuesa de Acentejo a estas historias.
¿Pero quién esta fascinante mujer? Empecemos por el principio. El lector debe ser informado de que los hechos relatados en esta obra pertenecen a una línea temporal alternativa. Estamos en el siglo XIX sí, pero la Tierra y Venus han sido partícipes de una cruenta guerra que los primeros daban por finalizada, en cambio los venusianos no tienen intención de resignarse. España es una de las grandes potencias de una Europa alternativa en la que la tecnología ha puesto sus ojos en el vapor.
Valentina la Roja hace las veces de cazadora de recompensas, guardaespaldas o detective al servicio de la Corona Española, bueno,... y a veces va por libre, que tampoco le sale nada mal. Es en esa guerra contra seres de otro planeta en la que nuestra heroína perdió su pierna, que más tarde sería sustituida por una prótesis de relojería helvética. Este miembro artificial es a lo largo del libro es una potente arma contra sus enemigos, pero también una desventaja, no debe olvidar darle cuerda al mecanismo.
El invento de Narcís Monturiol. |
El libro es una sucesión de relatos que se dividen a su vez en capítulos. Pese a poder leerse cada uno de forma independiente los personajes secundarios suelen reaparecer, ya que la única constante es la señorita Vinuesa de Acentejo. Algunos de estos personajes son reales como Narcís Monturiol, un célebre inventor catalán que ideó el primer submarino conocido. No olvidemos que es una línea temporal alternativa, aquí su investigación tiene más relevancia de la que tuvo en nuestra historia, una pena, la verdad.
—¡Cómo se atreve! ¡No sabe usted con quien habla! —Se calló ante el forzado carraspeo del comisario. El viejo policía extendió un brazo, satisfecho. Su silla crujió cuando se inclinó. —La señorita Vinuesa puede ser algo brava. Pero créame, su vida puede depender de que le haga caso. Tiene usted delante a quien capturó a Omar Ben Tariq. —¿El pirata del aire beduino? —El mismo.
Debemos tener presentes los elementos del pulp clásico presentes en estas aventuras de corte steampunk. La entrada en escena de Valentina a lo largo de cada episodio con su característica descripción física y la de sus armas (ese par de desintegradores venusianos y el bastón dinamo), pensada (al igual que en las obras de Howard y compañía) para favorecer esa lectura independiente, pues es corriente haberse perdido alguna entrega. Unas pinceladas de erotismo y humor contrarrestan las escenas más violentas quitándole un poco de hierro al asunto. Las descripciones se sustentan en pinceladas, así como las de sus personajes; en el caso de estos últimos ellos hablan por sí mismos, poco dados a la reflexión o a los monólogos internos se descubren ante el lector mediante sus actos, aunque abundan los diálogos directos y ágiles.
Son numerosos y variopintos los enemigos que conforman la mitología de esta insólita España: Von Phul (como de costumbre en la ficción: los alemanes fascinados por la tecnología y todo lo que huela a supremacía), Omar Ben Tariq (pirata aéreo ya derrotado, sin embargo su hija le dará más de un disgusto a nuestra chica), el cazarrecompensas rival Louis Clarke, el chupatintas Zancada (todavía no tenemos claro si es amigo o no) venusianos, autómatas variados y todo un surtido de hampones procedentes del submundo.
Años terrestres después, una pequeña facción logró convencer a los líderes venusianos. Enviarían un pelotón de guerreros de élite. Uno a uno eliminarían a los retenidos como rehenes. Serían ejecutados por cobardía. Las naciones humanas se culparían unas a otras. En la confusión serían presa fácil. La segunda invasión tendría éxito.
Tampoco debemos olvidarnos del crononauta, ese misterioso narrador que asegura ser el responsable de esta línea temporal paralela y que se cruza en alguna ocasión con Valentina. ¿Será alguna clase de inventor? Son muchos los inventos y secretos en juego en estas páginas: tinta invisible, el Ictineo, unas misteriosas planchas metálicas... He disfrutado con esa reivindicación de los creadores de nuestra tierra, siempre tan maltratados por su propio tiempo.
Pese a ser una mujer de acción que ha visto muertos y que no pestañea cuando arrebata una vida, ella posee su propio código moral. Su único punto débil es precisamente su mayor fastidio su sempiternamente enlutada madre, que fiel a su papel histórico, solo desea que su niña asiente la cabeza y forme una familia.
Las aventuras de Valentina la Roja es una declaración de intenciones en toda regla, asienta las bases de un imaginario que aspira a la expansión y el desarrollo. La función de esta lectura no son las sesudas disertaciones de los críticos, sino entretenimiento puro. Solo nos queda esperar que este sea solo el principio de las peripecias de la Roja.
Uno de los implicados caminaba con el gesto disgustado, molesto. El uniforme que le habían obligado a ponerse no era de su talla. El pantalón demasiado ancho, la camisa muy estrecha en las axilas, la guerrera le quedaba corta y las botas le apretaban. Además, la capa daba demasiado calor y el tricornio le hacía sentir ridículo.
Solo por el autor ya me apetecía comprarla, pero al ver todo lo que muestras en la reseña el deseo se va a convertir en un hecho. :)
ResponderEliminarBienvenido al blog, David :)
EliminarA mí me encantó, es una de esas lecturas adictivas con un regusto clásico.
Un abrazo.