18.4.16

EL ARTE, A MENUDO, ES UNA PROLONGACIÓN DE NOSOTROS MISMOS Y NUESTRAS ALMAS. ENTREVISTA A CARLOS J. EGUREN





Si la ficción te escupe a la realidad no es raro que decidas escribir sobre ese lugar del que vienes. De este modo nos explica sus orígenes el escritor y periodista Carlos J. Eguren. Después de leer la entrevista, si tenéis curiosidad podéis visitar su blog personal El antro de los vampiros y otros monstruos.

1.    ¿Qué es lo más drástico que has hecho por el arte?

No tengo grandes historias dramáticas sobre lo más drástico que he hecho por el arte. Podría inventarme alguna en plan “la gente que he dejado morir” y demás, pero esa “gente” son personajes, así que me limitaré a la verdad (triste y algo imposible para los juntaletras).
Empezaré culpando a otra persona (y de ahí para arriba). En su día, vi el discurso de Neil Gaiman sobre el arte, que dio en la graduación de la University of Arts (https://www.youtube.com/watch?v=MiZIAhlNTfw). Bien, uno de los puntos importantes de Gaiman es que, cuando era joven, sabía que quería ser escritor y puso ese deseo como meta máxima. De ahí, tomó decisiones. Si se le presentaba una oportunidad que lo acercaba a su meta, aceptaba. Si se le presentaba otra que lo alejaba (y de la que no sacaría nada), la rechazaba y seguía ese camino. Creo que es una postura interesante.
Me lo he aplicado: yo he puesto el hecho de ser escritor como meta y eso conlleva una serie de obligaciones e implicaciones. Hace un par de meses, por ejemplo, empecé un curso de inglés que no me gustó. Con la edad, he tendido a odiar el tema de memorizar cosas y, sobre todo, perder el tiempo (cuando eres un crío, un día se desliza lento como un año, pero siendo adulto, el tiempo va a toda velocidad, un año es menos que un día con ínfulas). La actitud del profesor era poner las respuestas en la pizarra, ignorar a los alumnos, soltar comentarios irónicos, centrarse más en el móvil que en clase… Y eran cuatro horas de clase cada día. Insoportable para alguien como yo.
Podría haber intentado aguantar ese sopor infinito, pero ese domingo debía subir mi novela para que una editorial la leyese y aún estaba corrigiéndola. Y todo el rato, mientras aquel señor nos ignoraba, me acordaba de Neil Gaiman… Y quedo claro: mi meta es ser escritor, no soportar a un tipo que tiene las habilidades docentes del barro (perdón, creo que el barro tiene más).
Y tomé una decisión: abandoné el curso intensivo de inglés, me puse a corregir la novela y la subí a la plataforma. Lo conseguí.
¿Ha sido un gran sacrificio? Lo dudo. ¿Valió la pena? La editorial aún no me ha dicho si la publicará o no y casi ha pasado un año. ¿Ha valido para mí? Sí. Agradezco haber escrito esa novela (que llamo en clave Las Chicas Steampunk), porque me enamoró del género, creé a unos personajes que fueron mis amigos, aprendí a insistir hasta terminar mi novela, aprendí a corregirla (una y otra vez) y en cada momento que recuerdo esa historia, lo hago con una sonrisa. Mi mayor pena es que nadie más la haya podido leer salvo mi pareja y yo. Me encantaría que conocierais a esos personajes que me ayudaron tanto en una época realmente dura…
Otros de esos cambios drásticos podrían ser que he dejado de participar en otras formas artísticas (el dibujo me gustaba mucho de crío), pero, centrándome, quizás la principal es que he cumplido a rajatabla mi idea de terminar las historias y llevarlas a cabo, de amar la ficción y la imaginación, y eso hace que sociabilice lo justo. Me encanta hablar con los lectores y compartir mis historias, hablar de cómics, películas, libros… Pero, a partir de ahí, mis habilidades para sociabilizar son las justas. Muchas veces prefiero quedarme encerrado escribiendo y, si salgo a dar uno de mis paseos de kilómetros, lo hago pensando en mis personajes.
Pero quizás lo más drástico (e irónico) que podría hacer, una vez que el arte significa tanto para mí, sería dejar el arte, pero eso no entra en mis planes.


2.    El mejor consejo que has recibido de un artista.

Cuestión complicada. Me encanta leer sobre consejos literarios. Me ayuda a no desfallecer. Por ejemplo, hace poco leí que cualquier proceso creativo es ante todo un acto de fe. Fe en que acabaremos esa obra y viviremos de sacar esos personajes de la nada. Creo que es verdad. Y ese buque con el que atravesamos el mundo de los sueños conlleva, ante todo, combustible y los consejos son esa madera, esa gasolina...
El primer consejo artístico que recibí fue de un escritor que vino a mi instituto a hablarnos de su obra. Yo tendría catorce o quince años. Él me dijo que la carrera de escritor era eso, una carrera: que había que calentar los músculos, prepararse y que había que aguantar, saltar los obstáculos y seguir luchando hasta el final. Creo que no es un mal consejo.
Otros buenos consejos (muchos de los mejores) los he leído en Mientras escribo de Stephen King, que incluye algunas de mis recomendaciones favoritas (como la “obligación” de hacer algo tan placentero como leer y escribir todos los días). Opino que muchos nos sentimos identificados con lo que dice el autor de Maine.
Otros grandes consejos… Los de El zen en el arte de escribir de Ray Bradbury. Conocía a Bradbury de mi juventud, pero comencé a leerlo porque me topé por casualidad con Fahrenheit 451 y desde ahí han venido Crónicas marcianas, El hombre ilustrado… Y sigo queriendo explorar toda su obra. Sus novelas y relatos me han cambiado la vida. Adoro su arte y adoro leer su obra sobre cómo escribía, su entusiasmo, su deseo… Tiene muchas grandes reflexiones en su obra y uno de los mejores es el de escribir un cuento semanal, porque, queramos o no, acabamos mejorando.
Aparte de estos autores, también suelo ir en la busca y captura de más consejos. Adoro los consejos de Neil Gaiman, Alan Moore y tantos otros escritores. Los suelo compartir en mi blog, El Antro, para expresar mi opinión, conocer las opiniones de otros autores y lectores y recordarme a mí mismo lo importante que es escribir.


3.    Si tuvieras que vivir en el interior de un cuadro, ¿cuál sería?

Y con esta pregunta regreso a mis estudios de Humanidades [risas]. Es una pregunta seria e importante para mí. Nunca sabes si algún genio o djinn estará esperando a escuchar lo que desees o escribas para cumplirlo, así que esta va a ser una respuesta larga (pero es porque me alegro de tener esta pregunta para hablar sobre algo de lo que casi nunca hablo: la pintura y lo que significa para mí).

Estudié Historia del Arte solo un año del instituto, pero consiguió apegarme a algo que ya me gustaba: el arte en todas sus vertientes (arquitectura, escultura, cine, música…), incluido el mundo de la pintura. Esto viene de lejos, porque cuando era un crío, me encantaba dibujar. Algunos de mis dibujos siguen esperando en viejas carpetas y alguno incluso ha estado expuesto en mi instituto (lo que me ha sonrojado varias veces, porque en esos dibujos sigue viva mi parte más joven, la que soñaba con superhéroes y aventuras imposibles). Si sirve el dato, para mí, un gran regalo en mi infancia era un paquete de folios en verano. Podía llenar cada uno de ellos y recuerdo que mi madre siempre lo apoyó, incluso ahora, alguna vez, me ha sorprendido diciéndome: “¿por qué ya no haces esos dibujos?” La verdad es que nunca fueron muy buenos, pero considero que fue una buena manera de canalizar mi libertad y mi vena artística. Cada historia que soñaba, estaba en esos dibujos. Y aprendí mucho. Finalmente, como muchos artistas (le ocurrió a Alan Moore), decidí centrarme en la escritura y dejé de lado el dibujo.

De todos modos, adoro sumergirme en la labor pictórica de verdaderos artistas. De ahí que, siempre que empiezo una historia, elabore guías visuales para orientarme, para encontrar los seres que quiero que pasen a mis páginas, los ambientes…

Si regreso a mi juventud más temprana y recuerdo, diré que me encantan los cuadros de Caravaggio, Velázquez, los grabados de Goya… Los tres eran maestros a la hora de jugar con la luz y las sombras, de mostrar lo grotesco y lo hermoso. Y los tres tienen historias muy interesantes: Caravaggio utilizaba como modelos a prostitutas o niños pobres, desheredados, para dar rostros a las vírgenes y santos, y participó en numerosos duelos; Velázquez recibió una cruz en el cuadro de Las Meninas que no recibió en la vida real hasta después de su muerte y Goya ponía el rostro de una famosa (y antigua amante a la que acabó odiando) a sus brujas… Considero que todos los buenos artistas, tienen historias detrás, historias que insuflan de sangre y vigor sus obras.

Y también adoro otros estilos como Picasso, Van Gogh e incluso algunos artistas más cercanos al mundo del cómic como Alex Ross, que es conocido por su trabajo en cómics de Marvel y DC y utiliza técnicas que me recuerdan a pinturas, o el grandísimo Dave McKean, cuyo arte en la obra de Gaiman siempre me ha enloquecido y al que tuve la oportunidad de conocer en persona hace unos meses.

Volviendo a tu pregunta (¡lo siento por divagar!), siendo poco original (y sacando mi vena de whovian), elijo La noche estrellada de Van Gogh. Considero que estar dentro de ese cuadro sería habitar en un mundo lleno de magia y lo fabuloso es que, con imaginación, podemos salir ahí fuera, levantar la cabeza y soñar con esas estrellas que desprenden luz en esferas eternas. Y más si se incluye la TARDIS [risas].


4.    Los escritores se nutren de obsesiones. ¿Cuáles se reflejan en tus obras?

Tengo varias obsesiones, aunque juro que intento tocarlas desde diferentes aspectos cada vez que escribo (otra cosa es que lo consiga) [risas]. Una muestra de ello es que considero muy importante acabar historias, porque si las dejamos a la mitad, la siguiente que comenzamos será una extensión de la anterior, lo creamos o no. Por ejemplo, después de terminar Hollow Hallows, sé que ya no podré escribir sobre lugares malditos a los que llega un escritor capaz de hacer realidad todo lo que escribe. Eso me quedó claro. Cuando quiera enfocar alguna de esas ideas en una futura historia, lo tengo en cuenta. Lo mismo con Las Chicas Steampunk, al acabarla supe dónde tocar y dónde no a continuación, y eso me ha ayudado con el proyecto de M is for Magic que estoy escribiendo ahora. Una cosa que siempre digo es que todas mis historias forman parte de un mismo universo, pero quiero que los temas varíen y no se repitan, aunque sean mis obsesiones.
Centrándome en tu pregunta, hace poco, he estado arreglando mi blog, he estado corrigiendo viejas historias y he seguido escribiendo, lo que me ha permitido darme cuenta de algunas obsesiones: la muerte, la pérdida, el suicidio, la locura, la fatalidad, la tragedia, el poder del arte, la búsqueda de la hegemonía, la inmortalidad, la importancia de los sueños, la fina línea que divide la realidad y la ficción, la crueldad, la nostalgia, la juventud, la magia…
Son obsesiones que tengo como ser humano y que transmito como artista a mis creaciones, pues el arte, a menudo, es una prolongación de nosotros mismos y nuestras almas (sí, los escritores tenemos alma) [risas].

5.  En una entrada de este blog hablé al público acerca de mi campo semántico personal y me gustaría que compartieras el tuyo. Puedes acompañarlo de una reflexión acerca de tu estilo. 

Recuerdo esa entrada donde hablabas de ese tema que enfocó la escritora Silvia Kohan. Como a ti, este aspecto me parece muy interesante a la hora de conocernos como autores.
Me gusta hacerme preguntas sobre mi proceso artístico y hablar de él, aunque siempre tendré ese temor que recuerdo que vi en el cantante Sting cuando le hicieron un escáner para un documental donde vería cómo funcionaba su cerebro cuando creaba y él decía que tal vez se bloquearía tras contemplarlo. Es como una fábula que leí hace poco, la de un pájaro al que le preguntaban qué ala levantaba primero al volar y se ponía a pensar en eso que era tan natural para él y, al final, se bloqueaba. Pero alejándome de esos puntos, considero que es importante y puedo compartir algunas palabras que suelo incluir en casi todo lo que escribo (incluida mi divertida lista de la compra) y que me evocan pensamientos que hacen que esas palabras salten de la página hasta mi mente.
Ojos. Azabache. Mirar. Cuervo. Muerte. Sentir. Pensar. Mente. Sangre. Sombra. Escuchó. Conciencia. Oscuridad. Penumbra. Cripta. Tormenta. Tragedia. Rayos. Ataúd. Vida. Adiós.
En cuanto a mi estilo… Es difícil responder, porque considero que el estilo es algo cambiante, como uno mismo. De ahí, la importancia de que sea personal, porque como personas cambiamos, nos adaptamos, vemos el mundo, recibimos influencias… Mi estilo se alimenta de muchas obras artísticas, sobre todo libros, cómics, música y cine, aunque me estoy adentrando en el mundo de los videojuegos. Cada una de esas formas artísticas, me influyen, hacen que llame a las musas de un modo distinto y mejor. Creo que es importante recibir todas esas influencias, llamar a la musa, como tú bien defines, Ana.
Mi estilo, por tanto, ha variado, aunque considero que hay ciertas claves en él. La influencia de Alan Moore, Neil Gaiman, Terry Pratchett, Stephen King, Carlos Ruiz Zafón, Bécquer… Me gusta ser claro cuando escribo, pero también sincero. Suelo intentar hacer frases cortas (cada frase, una idea, como decía un profesor que tuve de periodismo), pero, a veces, ignoro eso (como verás en esta entrevista) y me adapto a lo que cuento. Me encantan los diálogos, que los personajes hablen y definan así cómo son más que hacer descripciones interminables… Me encantan las atmósferas, pero también lo visceral. Creo que, si el escritor escribe sintiendo, entonces, eso pasa a la escritura y al lector.  También opino una cosa, es un poco sadomasoquista decirlo, pero me gusta que me duela escribir ciertas cosas, pasarle esa intensidad.
Y, a veces, reconozco que peco de ser algo barroco, como decía una profesora que tuve de Literatura y a la que le guardo mucho cariño. Me gusta hacer metáforas y suelo huir de decir siempre lo mismo con alguna frase hecha, aunque a todos se nos escape. Eso lo aprecio en muchos autores: el deseo de crear descripciones o momentos que acuchillan la mente del lector por ser nuevos: metáforas, símiles… Somos muchos en el mundo y somos diferentes, debemos pugnar por decir las cosas solo como nosotros podemos, demostrar esa magia, esa maestría… Es difícil y aún estoy en ello, pero espero que mi estilo algún día sea reconocible. Eso querrá decir que lo he hecho bien (o he insistido lo suficiente).


6.  ¿Cómo afecta tu formación como periodista a la escritura? Aunque sé de algunos autores que separan completamente el resto de sus facetas.

Ojalá pudiera separar el periodismo de la escritura, pero me es imposible [risas]. Por suerte, durante la carrera, conocí a muchos compañeros que también escribían; a menudo, obras muy diferentes a la mía o géneros que no suelo tocar, como la poesía. Aprendí mucho de ellos y me sentí menos solo. Es curioso, pero en las facultades de periodismo suelen acabar muchos juntaletras, porque en el fondo, ser escritor o periodista consisten en un acto importante: contar historias. En un caso, reales; en otras, ficticias… Aunque la línea suele desvirtuarse y algunas veces, los periodistas cuentan mentiras al escribir verdades y algunos escritores cuentan verdades al escribir mentiras. No sé si se me entiende.
Aún así, en periodismo adoraba las clases de literatura que tuve, donde conocía a muchos autores a los que aún leo o disfruté mucho como J.D. Salinger o Juan José Millás, además de redescubrir a Poe o a Nobokov (este último cuando se hablaba de los bestseller), el carácter de los escritores, sus referencias… Y hablamos del Nuevo Periodismo de gente como Tom Wolfe, Norman Mailer, Hunter S. Thompson, Truman Capote… Autores que decidían contar hechos reales, pero usando, a veces, claves literarias como la metáfora, los diálogos… Eso fue fantástico y me sirvió para forjar mi estilo como periodista, un estilo que, a menudo, no encaja en las redacciones. Lo reconozco. Hoy, que todo va rápido, se prefiere la nota de prensa de agencia a una crónica o una entrevista donde se vea algo de corazón. Y cualquiera se percata de ello, ¿no? [risas].
De todos modos, aprendí muchas cosas de mi paso por periodismo y no lo maldigo (o no siempre) [más risas]. De uno de mis maestros, aprendí la importancia de ser claro (la obsesión de Neil Gaiman, incluso por encima de la gramática). De otro docente, descubrí el cine que tanto me ha influenciado. También de mi paso por redacciones he aprendido a lidiar con la gente, a saber de la importancia de los medios cuando haces algo (de lo contrario no se entera nadie), la importancia de las redes sociales (estoy presente desde 2009 en las redes gracias a una profesional que fue mi tutora durante unas prácticas del primer año de carrera y me enseñó de la crucialidad de las redes)… Es decir, aprendí mucho.
Otro punto a destacar es que muchos de mis autores favoritos han trabajado también en el periodismo. Un ejemplo es Neil Gaiman y otro George R.R. Martin. Ambos decían que, como periodistas, aprendieron mucho: ver cómo funcionaba el deadline, la necesidad de escribir, conocer a gente… Gaiman decía algo muy importante: que, como periodista, podía preguntar por todo lo que le interesaba, también sobre el trabajo artístico. Yo lo hago mucho, porque me ha permitido conocer a mucha gente (y ese es un punto fuerte, conocer a diferentes personas, diferentes maneras de ser, que alimentan a tus personajes). Reconozco que casi siempre que entrevisto a un artista (por distinta o similar que sea su disciplina a la mía), le pregunto por su proceso creativo o presento mis propias dudas. Y aprendo (aprender es muy importante si eres escritor o cualquier cosa, vaya).
Así que no puedo separar una cosa de otra, por mucho que lo intente, como tampoco puedo dejar de lado mis estudios de cine o mi deseo de seguir profundizando en la literatura muy pronto, de modo académico.


7.  Cuéntanos cómo fue la experiencia de autopublicar Hollow Hallows y qué te hizo decidirte a sumergirte en las aguas profundas de Amazon.

La experiencia de escribir y autopublicar HollowHallows se me antoja ahora como una odisea, mucho esfuerzo, buenas recompensas y el sentimiento eterno de ¿he hecho lo correcto? La duda es la compañera de la “jaula de gatos” que es la mente de un escritor.
En 2014, estaba mal. Sentía que lo que escribía no llegaba a nadie. Tenía problemas… Me sentía deprimido. No se suele comentar, pero cuando acabas con tu etapa como estudiante, te quedas un poco en terreno de nadie y eso asusta, sobre todo el hecho de notar que no llegas a nadie y ese es el deseo de todo autor: contar una historia y que alguien la escuche y la aprecie. Porque ¿para qué escribimos? ¿Para tener libros firmados con nuestro nombre en la estantería o para que los lectores los descubran, se conmuevan y signifiquen algo para ellos? Mi respuesta es la segunda.
Un día, charlando y mezclando ideas, mi pareja y yo unimos varios sueños e influencias. Surgió Hollow Hallows, poco a poco, como un sueño que siempre estuvo presente. Y empecé a escribir, aunque no llegué muy lejos, porque pensé que no sabía cómo seguir. Otra historia abandonada más…
Y, en un arrebato, decidí ir colgando los capítulos en Wattpad para que la gente la leyese y la apreciase. Eso me permitió algo fantástico: ir conectando con mi público, saber que había gente que le interesaba… Fue regresar con el lector, conectar con él, como bien lo define Amanda Palmer.
Y, al final, como regalo, decidí crear una edición especial de la obra. Corregida, extendida en algunos puntos, con un relato exclusivo, un cómo se hizo, una playlist… Todas esas cosas que me gustaban y la puse a disposición de todo el mundo mediante Amazon.
Siento que fue un esfuerzo merecido, porque aprendí a escribir cada día, corregir, luchar por plasmas mis ideas, cumplir con una fecha, maquetar un texto… Conté con mucha ayuda de mi pareja para que ese tocho funciona en su versión digital y física, además de ayudarme con la portada, las imágenes promocionales… Coincidió con una mala época para mí, pero gracias a ella y mi deseo de verla acabada, Hollow Hallows se publicó en 2015, en Halloween, como debía ser.
Lo hice en Amazon para descubrir cómo era la experiencia, para poner la obra alrededor de todo el mundo (muchos de mis lectores no son españoles) y porque ninguna editorial querría una obra publicada antes en Wattpad, por mucho que su versión fuera la extendida (luego, irónicamente, hay muchos consoladores emocionales en Wattpad que se publican en papel en España porque en Estados Unidos han tenido un gran éxito).
De todos modos, el mundo editorial está cambiando. Si las agencias literarias y las editoriales siguen tan desbordadas y sin ganas de apostar por sabia nueva, en cuanto Amazon (o quien sea) abra más librerías físicas por todo el mundo, donde la gente compre libros bajo demanda, el paradigma habrá cambiado para siempre. No se dependerá de la moda de turno, se dependerá de lo que quiera el lector y el escritor lo tendrá difícil porque la competencia será increíble, pero también la oportunidad de acceder a ese público (que es lo que todos deseamos).
Por último, con respecto a este punto, decidir que he recibido el cariño de muchos lectores y lo agradezco profundamente. Ellos son siempre lo más importante y nunca dejaré de darles las gracias por descubrir las sombras del lugar más maldito del mundo.


8.    ¿Contradicciones en tu proceso creativo? 

Los procesos, aunque tendrían que ser perfectos, al entrar dentro del campo de algo tan voluble como lo creativo, tienden a obtener a cambio una serie de variopintas contradicciones. Suelo preferir dejarme llevar, en muchos momentos, pero reconozco que tengo cierto método, aunque cambie.
Algunas de mis contradicciones es que… ¡Odio spoilearme mis propias historias! [Risas]. Suena estúpido, pero siempre me gusta descubrir y sorprenderme mientras escribo. Suelo trazar, antes de empezar a crear, un breve esquema de la novela sobre lo que quiero que pase, pero suelo volarlo por los aires mientras creo, porque no quiero cerrar todas las posibilidades que supone una historia.
Eso me recuerda a que un compañero definió una vez el hecho de contar una historia como estar ante un inmenso océano de posibilidades, pero, a medida que creamos, se van cerrando posibilidades y se abren otras. Al final, solo cogemos unas cuantas cosas y ahí está nuestra obra. Un ejemplo sería que, si coges una historia romántica del siglo XVI, es difícil incluir zombis (aunque mira, no es mala idea), pero creo que me comprendéis cuando digo que la creación, a veces, consiste en tomar un camino y dejar otros y yo, que soy muy avaricioso y quiero tener de todo, a veces me cuesta.
Otras contradicciones… Me gusta escribir cada día, aunque, a veces, cuesta enfrentarse al folio en blanco, pero solo hay que poner una palabra y luego otra… Y lo contradictorio es que, una vez cojo el ritmo, me encanta. Voy juntando más y más palabras y puedo estar horas escribiendo.
Y aunque me gusta ese impulso creativo y concebir historias, para mí, al final, son solo fragmentos de una criatura muerta que hay que revivir, cual Frankenstein, y poner presentable mediante la corrección y la reescritura. A veces, se nos escaparán erratas y demás, pero lo importante es que se note que hay un esfuerzo y una lucha porque esa historia esté viva. Eso es complicado, pero necesario.
Por último, otra contradicción es que detesto parte del mundillo literario (los debates estériles, los pregoneros de las redes sociales…), pero tengo que participar en él para que me lean. Aunque huyo de las polémicas idiotas, siempre hay que compartir lo que vas haciendo para crear tu red y yo preferiría solo estar escribiendo… Al respecto, el mundo editorial también me deja anonadado: las faltas de acuse de recibo cuando envías un manuscrito, la ausencia de respuesta cuando te leen (si es que te leen), su dependencia de las modas, su apuesta por el valor extranjero seguro (el que ha triunfado en su país) antes de traerlo aquí… Y aún así, participo en esto.


9.  Has publicado relatos en varias antologías (Action Tales, ¿Qué ha sido eso? Compendio del terror) y revistas (Minatura, Ultratumba, Ánima Barda, Valinor…) ¿Qué opinión te merece la ficción breve?

Sí y me gustaría escribir más, aunque últimamente estoy centrado en las novelas. Durante mis primeros años de la carrera recuerdo que cada día escribía un microrrelato y un relato, lo que supone una batalla de la que se aprenden algunas cosillas interesantes.
Ray Bradbury decía que si un autor escribe un relato cada semana de un año, al final tendrá cincuenta y dos relatos de los que puede que muchos no valgan, pero otros seguro que sí. Bradbury creía en la importancia de ejercitar la imaginación. Cuanto más la uses y más escribas, más fácil será poner tus pensamientos en el papel. Estoy de acuerdo.
A su vez, George R.R. Martin comentaba que es muy importante que haya un mercado de revistas literarias, porque se puede aprender de ellas a cumplir con las fechas, a saber qué fórmulas te funcionan cuando escribes, a descubrir tus puntos fuertes y flojos, a practicar… Es cierto. Una lástima que en España no haya muchas, pero las hay, que es lo que importa. De ahí que desde 2010 haya querido participar en muchas. El problema es que no cobras y la literatura no debería ser solo algo por amor al arte (que lo es), pero necesitas sobrevivir y es un trabajo.
A su vez, como género, adoro las antologías y los libros que incluyen solo relatos. Gaiman decía que los cuentos eran pequeñas ventanas que permitían asomarnos a otros mundos y él no mentía. Las historias cortas son muy importantes para los lectores, ya sea disfrutando de Edgar Allan Poe o de Borges, y también para los escritores, que comprendemos el valor de los relatos como disparos directos a la mente, donde nos zambullimos en lo importante y se rompe con lo ya dado, además de descubrir cosas que luego aplicar a novelas.
Un pequeño apunte: hay muchos que consideran que los escritores que escriben solo relatos, son peores que los que escriben novelas y yo no lo considero así. Es genial dar saltos entre ambas formas artísticas y hay autores estupendos en solo una de esas disciplinas.
Así que adoro escribir y leer relatos.




10.  ¿Cómo fueron tus inicios como escritor? ¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba esto de juntar letras?

Me di cuenta desde muy joven. De pequeño, era un niño solitario. No solía salir de casa y me quedaba viendo la tele, dibujando o jugando. Era un chaval tranquilo, pero me pasaba horas creando mis sagas con Playmobiles y similares. Héroes con cara de plástico enfrentándose a megalómanos de goma. Yo poniendo voces, haciendo efectos de sonido… Yo montándome mis películas.
Cuando crecí, tuve una profesora de primaria que consideraba que los relatos era una buena forma de mejorar la expresión. Y la creí y la sigo creyendo. Esa profesora nos hacía dictados, nos hacía memorizar relatos de otros autores para aprender reglas ortográficas y nos pedía que escribiéramos relatos cortos sobre ideas que nos daba o completamente libres. Eso me dio la oportunidad de pasar mis películas con juguetes al papel. Y me permitió mucha libertad, al poder meter demonios, hechiceros y seres fantásticos en historias surrealista que me encantaban de crío. Con ocho o nueve años, había visto Star Wars, así que no era raro encontrar guerreros legendarios con espadas de luz e imperios del mal en mis historias.
Y con diez, casi once años, se produjo algo mágico para mí. Me regalaron Harry Potter y la Piedra Filosofal y recuerdo que leí como Harry descubría que era un mago al cumplir once años y resulta que yo, el día siguiente de empezar el libro, ¡cumplía once años! Y me pasé todo ese verano y los años que siguieron esperando mi carta a Hogwarts (aún la espero). De ahí que agradezca a J.K. Rowling que me convirtiese en un lector, que me impulsase a descubrir la magia de las letras. Sin haber leído Harry Potter, seguramente no sería la persona que soy ahora.
Y ese mismo verano descubrí El Señor de los Anillos y devoré los tres libros, convirtiéndome en un fan de Tolkien en la edad oportuna para apreciar el amor por las palabras y la imaginación. Imagina si me marcó la experiencia que todavía recuerdo el día gris que era cuando leí cómo Frodo y los hobbits abandonaban la Comarca, tanto en el libro como en la realidad. Y de eso ha pasado bastante.
Todas esas obras me ayudaron a imaginar a brujos, guerreros, poderes inconmensurables… Pero también a comprender la humanidad: la importancia del legado, la fuerza del valor, lo crucial de la sabiduría y la mesura… Y algo que siempre agradeceré: ortografía, gramática, vocabulario… Y el amor por la lectura y la fantasía.
De ahí que, desde muy joven, quisiera ser un contador de historias y devolver al mundo todo aquello que había sentido leyendo. Quería que la gente se maravillase y se conmoviera con lo que escribía igual que yo me maravillé y me conmoví. La lectura de autores como Bradbury, Alan Moore, Stephen King, Neil Gaiman… Han hecho que eso crezca.
Desde entonces, he leído a muchos autores, he disfrutado de muchas historias y yo también he creado unas cuantas. Llevo desde los nueve años escribiendo y sigo en ello. Tengo veinticuatro años ahora, por lo que llevo más años escribiendo que sin escribir, así que, si no leo o no escribo, sería como no respirar: no podría vivir.
En este momento, aunque he publicado algunas cosas, sigo buscando editoriales y agencias, porque mi deseo es que mis historias lleguen a más gente. Y en ese camino sigo, tecleando. La falta de respuestas es exasperante, pero ¿me queda otra opción?


11. Escritura terapéutica. ¿Cómo lo ves? ¿Qué supone para ti el acto de escribir?

Lo veo como un modo interesante de explicar por qué los seres humanos como nosotros decidimos pasarnos media vida (o más) en las páginas (algunos dirían que, encerrados en ellas, pero para mí es lo contrario, es libertad absoluta).
Si lo pensamos fríamente, los seres humanos somos finitos, morimos. ¿Por qué no intentamos vivir todo lo que sea posible? Salimos ahí fuera, corremos, bailamos, disfrutamos de la lluvia, ayudamos, nos tiramos en paracaídas… Hacemos todo antes de que termine nuestra vida. Pero… ¿Por qué algunos preferimos escribir o crear? Considero que, tal vez, es porque escribir nos permite vivir millones de vidas y ese es un regalo inconmensurable. Escribir me ha permitido ser un paladín, un hechicero, un vampiro y muchas cosas más, algunas imposibles en la realidad. En ese aspecto, la escritura para mí es magia, como la lectura.
Y sí, es terapéutica. He acudido muchas veces a la escritura para solventar el dolor. Recuerdo que, si de adolescente me pasaba algo malo, lejos de querer hacerme daño, lo que hacía era ponerlo todo en mis historias y eso me permitía seguir adelante. Y he seguido así, muchas veces, he acudido a las páginas destrozado y, como un fénix, he resucitado gracias a ellas.
Decía Amanda Palmer que la escritura le había ayudado en muchos malos momentos y yo también lo digo. Neil Gaiman también afirmaba que las palabras nos salvaban, a veces, la vida y recuerdo una anécdota suya: un amigo suyo tuvo un accidente de tráfico donde murió una persona y lo que Gaiman le dijo fue: “escribe”. Y eso le ayudó, porque si no se hubiera terminado de quebrar, de destrozar.
Y todo eso pese a que, como te comentaba antes, a veces, hay que sangrar cuando escribimos (y no me refiero solo a la necesidad de limar la obra o hacernos autocrítica con el látigo que mencionaba Truman Capote), sino porque, a veces, tenemos que soltar lo que nos duele y eso se transmite a las páginas: son más vivas, más sinceras. Por tanto, he ahí una contradicción y una interesante ironía.
Siempre hay momentos duros cuando escribimos o no, pero lo hacemos porque nos da algo y es como adorar a un dios (eso decía Alan Moore sobre tratar al arte y es cierto). A veces, pensamos en abandonar, pero siempre volvemos.
Escribir se ha convertido en uno de mis motivos para vivir, para levantarme cada mañana emocionado y deseando poner por escrito a esos personajes que imagino.
Y eso es lo que hace que piense que escribir es mágico.

2 comentarios:

  1. Como decía, muchísimas gracias por esta oportunidad, me lo he pasado muy bien divagando y plagando toda la entrada de mis locuras varias. Ha sido un placer tener la oportunidad de hablar (sí, no hablo mucho y se nota, porque luego cuando me pongo, me pongo), pero en fin, ¡muchísimas gracias! Espero que tus lectores disfruten de la entrevista (o no me demanden por responder tan largo a las preguntas). ¡Gracias!

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    1. Ha sido un placer tenerte por aquí :)
      Ya sabes que a mí me gustan las respuestas largas y bien desarrolladas.

      ¡Un abrazo y gracias por dejarte engatusar!

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