Profesor y escritor de fantasía. Amante del cine ochentero y los juegos de rol. Targaryen. Peregrino. Miembro de la PAE y Fafnir Barcelona, reza el perfil de twitter de Gonzalo Zalaya autor junto con Víctor Blanco de las novelas Delbaeth Rising, camino de odio y Ahí abajo. ¿Alguien se atreve a conocer al hombre detrás de la pluma? Perdón, quería decir... la espada.
1. ¿Qué es lo más drástico que has hecho por el arte?
Lo más drástico que he
hecho por el arte es seguir escribiendo. Cada día me enfrento a la triste
realidad de un país que ya no apuesta por la cultura. Aún así, somos muchos los
que estamos en el arte y aprovecho este canal para transmitiros todo mi apoyo.
No podemos rendirnos.
2. El mejor consejo que has recibido de un artista.
Me han dado dos hasta el momento. Si
soy escritor es gracias a dos personas extraordinarias que siempre me han
alentado a seguir escribiendo contra viento y marea: Víctor Blanco y Raquel
Mayorga.
“Hay que revisar, picar piedra,
trabajar duro.” y ¿Te das cuenta? Escribir te hace feliz. No dejes de
hacerlo, porque es tu vida.
3. Si tuvieras que vivir en el interior de un cuadro, ¿cuál
sería?
Viviría en un cuadro de
Toulouse-Lautrec llamado En la cama, el
beso. Pasaría la eternidad allí sin dudarlo.
4. Los escritores se nutren de obsesiones. ¿Cuáles se reflejan en
tus obras?
Tengo unas cuantas. Las principales
son el otoño, los sueños, los pájaros y el metro.
Desde siempre me siento atraído por el
otoño y todo lo que despierta o eclipsa en la naturaleza. Los colores
anaranjados y rojos, la calidez de lo decadente. Los gansos se marchan y las
castañas asadas inundan las calles con su aroma. Nací en otoño y siento que eso
está en mí, así que hay otoño en muchas de mis historias.
Los sueños... En muchas de mis
historias los personajes despiertan y la aventura da comienzo. Me gusta creer
que su sueño los trae a la realidad que he creado para ellos. El sueño puede
ser un viaje glorioso o terrible, en el que te expones a todo lo que habita en
tu subconsciente; mas también puedes encontrar iluminación.
De niño, mi padre me llevaba mucho al
campo. Fue él quien me enseñó a reconocer a las aves, ya fuera por su vuelo o
trino. Los pájaros me transmiten libertad y fuerza, porque siguen cantando a
pesar del bullicio de la gran ciudad. Cuando los coches y las grandes urbes
sean solo un recuerdo, ellos seguirán cantando, anunciando el amanecer o la
llegada de la primavera.
El metro es un lugar asombroso. En sus
túneles tengo la posibilidad de contemplar los actos más hermosos y
despreciables del ser humano. Es como si allí abajo, la verdadera esencia de
cada uno emergiera y quedara expuesta ante cualquier suceso. Es muy inspirador.
5. En una entrada de este blog hablé al público acerca de mi
campo semántico personal y me gustaría que compartieras el tuyo. Puedes
acompañarlo de una reflexión acerca de tu estilo.
Mi campo semántico juega
con lo psicológico, lo sorprendente y los sentidos. Qué olemos, anhelamos,
tememos. Algunas de las palabras de mi campo semántico son: Hermoso.
Golondrina. Lluvia. Horror. Otoño. Abatido. Sonrisa. Delicioso. Fascinar.
6. Tus obras han sido creada a cuatro manos con Víctor Blanco:
Delbaeth Rising, Ahí abajo. ¿Qué aspectos destacarías de este trabajo y qué ha
sido lo más difícil de escribir con otro?
Escribir con mi mejor
amigo es un placer. Víctor y yo compartimos una mundología común que nos ayuda
a construir historias que son capaces de sorprendernos el uno al otro. Fusionar
estilos y formas de entender la narrativa ha sido muy enriquecedor. Aplicar la
escaleta literaria o explicar la historia a través del diálogo de los
personajes me ha entusiasmado y abierto nuevas vías de expresión. Deciros que
hemos trabajado muchísimo, pero codo con codo, construyendo nuestros trabajos
con risas, conversaciones y mucha preparación previa. Lo más difícil ha llegado
con la revisión. Revisar, picar piedra, trabajar duro.
7. Un libro, una canción y una película que te hayan marcado.
El arte de amar
The Dark Night of the Soul, de Loreena McKennitt.
Rocky I y II (las
considero la misma película).
8. ¿Cuáles son tus proyectos en solitario? ¿O qué te apetecería
probar en un futuro próximo?
Mirando al futuro, soy muy optimista.
Ahora me siento preparado para abordar algunos proyectos que dejé atrás por
bloqueo o inmadurez. Quiero adentrarme en el realismo mágico y escribir un
spaguetti western en honor a mi tío Jose María.
Y mirando al pasado, concretamente una
década atrás, me reencuentro con las aventuras de un druida. Es una historia
que emerge para ser trabajada con el cincel de la experiencia. Cuando comencé
la historia, no había malvivido en un bosque ni peregrinado bajo la nieve. Me
estanqué porque no podía dar verosimilitud al personaje sin haber experimentado
todo aquello. No quería engañar al lector. Afortunadamente, ahora sé que no hay
que experimentar las cosas que uno escribe, aunque estoy seguro de poder narrar
sus andanzas con conocimiento de causa. Mi querido druida me ha hecho viajar
lejos para descubrir las bellezas de la naturaleza y amarla tanto como él.
9. Cuéntanos algo que no te hayan preguntado acerca de Ahí abajo.
Los suxeanohr fueron
algo que nos fascinó a Víctor y a mí. Me gusta hablar de ellos, pues los
creamos para este relato y disfrutamos narrando su glorioso exilio. Es curiosa la
forma en la que todas las culturas hacen mención al mito del mundo sumergido.
10. ¿Cómo fueron tus inicios como escritor? ¿Cuándo te diste
cuenta de que te gustaba esto de juntar letras?
Todo comenzó con mi
hermano Moisés. Él y yo teníamos una máquina de escribir y poco o ningún
interés en la televisión. Escribíamos historias el uno para el otro en las que nuestros
muñecos eran los protagonistas. Más tarde, éramos el Mago y el Bárbaro y
luchamos contra mil horrores en los túneles de un castillo. Nos divertía
muchísimo el ruido de las teclas y poder cambiar de color a voluntad. Aquella
Olivetti fue uno de nuestros primeros juguetes y algunas de aquellas historias
de infancia me han acompañado durante toda mi vida. Las horas escribiendo
volaban, y esa sensación nunca ha cambiado.
Después lo extendí a mis
compañeros de clase. Les escribía cuentos a cada uno con cualquier cosa que me
pidieran: dinosaurios, matrículas de honor y zapatillas aerodeslizadoras. Les
gustaban tanto aquellas historias que acabé por cambiarlas por juguetes, bolsas
de golosinas y cassettes de Cindy Lauper. En las excursiones escolares, antes
de la película (que solía ser Robin Hood), los profesores me sentaban delante
del autobús y me cedían el micrófono para que leyera alguna aventura,
normalmente las de Bárbaro y Mago. Me encantó.
11. Escritura terapéutica. ¿Cómo lo ves? ¿Qué supone para ti el
acto de escribir?
Cuando escribo me siento
vivo. Es muy intenso. Me late el corazón con fuerza, como si estuviera frente
mi primer amor. Escribir me consume mucha energía, pero me libera de pesares,
rabias y frustraciones. Puedo vivir mil vidas, como dijo Natch Scratch. Y así
es. Paso muchas horas viajando de historia en historia, tarareando canciones,
olvidándome de lo que hay alrededor. Con el acto de escribir atravieso
fronteras, viajo entre planos, respiro aire puro y me duermo bajo una higuera. Escribir
es el sueño elevado a un exponente infinito, donde todo es posible pero nada
sucede si no te atreves a escribirlo.
Gracias Ana por la entrevista, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti, siempre serás bienvenido a este rincón :)
Eliminar¡Grande Gon!
ResponderEliminarAle, ya solo falta la reseña de cierto elfo :P
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