Estamos ante un poema sinfónico creado en 1874 por Camille Saint-Saëns.

Este compositor francés se basó en un poema de Henri Cazalis.

Muchos de los lectores se preguntarán qué es un poema sinfónico. Franz List acuñó este término por primera vez, suele constar de un movimiento y posee un marcado carácter literario. Suelen ser escritos para orquestas, aunque también hay para formaciones más pequeñas. Su forma es libre, a pesar de que algunos poseen la forma de un rondó, o incluso una sinfonía.

Volviendo a la Danza Macabra, un crítico británico llamado Ethan Morden la definió de este modo: juerga en el camposanto

El poema comienza con el arpa tocando re, anunciando de este modo la medianoche. El contrabajo en pizzicato hace acto de presencia a continuación, preparándose para recibir al violín solista, que interrumpe el sueño de los espíritus empleando disonancias.

Este inicio marca el paso de esta danza para resolver poco después en sol.

Estos espíritus cuyo descanso ha sido perturbado, son representados por las flautas en un vals. El violín mantiene un diálogo con la sección de viento en el tema del vals.

Se marca una segunda vez el paso para proseguir con una versión forte del vals.

Las violas y chelos replican en un pulso, alternando con los contrabajos y vientos. El solista regresa, de fondo tenemos las trompas y el arpa, se dialoga con el xilófono; este último es una representación de los chasquidos de los huesos de los esqueletos. Se marca por tercera vez el paso y como viene acostumbrando resuelve en sol.

Fugato da ritmo y color al tema de la réplica. Entran los chelos en sol, seguidos de las violas, vientos y con un suave staccato la trompeta.

Oboe y flautas vuelven al tema del vals, para convertirse en el tema de réplica en flautas y arpa, y posteriormente en metales y cuerdas pizzicato contra oboe y flautín con triángulo.

El tema se vuelve más legatto en el violín solista, que dialoga en este momento con trompa y flauta, más tarde con todos los violines.

Los violines realizan unos arpegios agudos que recuerdan al viento, por debajo la cuerda proporciona un acompañamiento grave. Tras un breve diálogo entre cuerdas y vientos sobre el tema de vals, trombones, trompas y trompetas recrean la versión rítmica del tema de réplica, el resultado es la danza de los esqueletos, el xilofón aparece en primer plano.

Vientos y metales alternan con cuerdas para el decrescendo pasando -en ese momento se produce la llegada del timbal-, a una serie de frases descendentes en los vientos, sobre cuerdas y xilofón.

El violín solo marca el paso a un diálogo rítmico con las cuerdas en pizzicato y staccatti de viento, flautas y triángulos resuelven en re.

El violín continúa con su solo, desarrolla el tema de réplica sobre las cuerdas, que no llevan otra cosa que una variante del tema de vals a modo de contramelodía.

Violín y cuerdas, crescendo al que se suman los vientos.

Llegado el clímax, descenso en las cuerdas sobre staccati de los metales pasa a un ascenso cromático por parte de los viento.

El culmen de la celebración, con el vals en los vientos y cuerdas tras un primer plano del tema de réplica en trombones, y fondo de staccati de trompa, triángulo, platos y timbal.

La cuerda se domina la paleta sonora, nos llevan con ímpetu hasta la última "juerga" de los esqueletos. Un tutti rítmico fortissimo a golpe de plato y redoble de timbal, nos hace temer el final.

Por fin llega el primer rayo de sol, las trompas, despierta al gallo, cuyo canto con el oboe tiene como respuesta un trémolo en las cuerdas sobre el timbal.

El violín solista regresa, se muestra melancólico, la fiesta ha terminado. La danza termina con el sonido lejano de la sección de cuerda.