Jesús Montalvo, procedente de México, autor de la novela 1938 y de numerosos relatos, ha tenido a bien prestarse a esta entrevista y compartir con nosotros interesantes reflexiones acerca de la escritura, el estilo y todo aquello inherente al universo del escritor.
1. ¿Qué es lo más drástico que has hecho por el
arte?
Algunas cosas drásticas
he hecho por el arte, aunque ignoro cuál más patética que otra: terminar
relaciones sentimentales por falta de tiempo, abandonar ciudades. La gente
podrá decir que eso a final de cuentas se hace en la vida en general, el
distanciarnos de lo que no nos hace bien. Tal vez sí. Pero mis rupturas, mis
distancias, se han debido única y cobardemente porque las personas o lugares estropeaban
mi proceso creativo. En fin, que mi melodrama personal es de dar asco.
Constantemente me cambio de una ciudad a otra.
2. El mejor consejo que has recibido de un
artista.
“La literatura no se
hace con buenas intenciones” fue uno de los consejos que me dieron de muy
joven. Sin embargo, hace un par de semanas recibí unas palabras del escritor
Axel A. Giaroli (palabras que no citaré porque desde ya las atesoro como un
talismán con poderes) que me han cimbrado de forma severa, para bien por supuesto.
3. Si tuvieras que vivir en el interior de un
cuadro, ¿cuál sería?
Buena pregunta,
considerando la cantidad de obras que, pese a encontrarse dentro de cuatro
márgenes que las contienen, invitan a mudarse en ellas. Por lo pronto puedo
decir que sería un gusto vivir un tiempecito dentro de Tránsito en espiral,
de Remedios Varo, pedalear en sus góndolas fantásticas, y subir a la torre
central para adorar de cerca al ente que la habita. De la vasta producción de
Remedios Varo, este cuadro para mí engloba mucho de lo que está repartido en
sus demás pinturas. Mi pintor favorito es el cubista Juan Gris, pero la obra de
Varo siempre consigue atraparme.
4. Los escritores se nutren de obsesiones.
¿Cuáles se reflejan en tus obras?
Creo que el ser humano
necesita alicientes que amortiguen el correr de los días; el café, el
cigarrillo, la cerveza y demás cosillas (que es mejor no nombrar, para evitar
antojos). Mis personajes por lo regular suelen estar enganchados a algo, y no
cargan con sus adicciones como un suplicio o con sentimientos de culpa, sino
que lo asumen, y es precisamente eso lo que los define. Aunque, para ser
sincero, las obsesiones que más me intrigan son las que el lector descubra en
mis textos, obsesiones que ellos noten en mí o de mí y yo no haya reparado
deliberadamente en ellas.
5. En una entrada de este blog hablé al público
acerca de mi campo semántico personal y me gustaría que compartieras el tuyo.
Puedes acompañarlo de una reflexión acerca de tu estilo.
Depende de lo que me
encuentre escribiendo. Si, por ejemplo, la historia en curso va de ghoules, la
palabra “muerte” se concatenará con las palabras “cementerio”, “féretro”,
“exhumación”, “cadáver” y, por tratarse de ghoules, “cena”. Pero si lo que
estoy escribiendo es noir, la palabra “muerte” hará analogía con
“crimen”, “sospechosos”, “detective”, “noche” y, por qué no, cerrar con “cena”,
y mejor cuando las cenas cliché del detective noir consisten en whisky y
cigarrillos. Una de las tantas delicias de la literatura es que, además de
mostrarte otros mundos y brindarte un arsenal gramatical para mover bien las
fichas a la hora de escribir, también amplía tu concepción de las cosas.
Leyendo podemos interpretar el entorno de distintas maneras, como con distintas
lentes o prismas, y es muy liberador cuando expresamos en palabras nuestras
abstracciones. Conozco personas que no leen ni a balazos, y a consecuencia de
esto sufren cuando no consiguen transmitir en palabras sus ideas y
sentimientos.
En
cuanto al estilo, diré que me produce aversión. Como lector y escritor
desconfío del estilo. El estilo deviene en fórmula, y la fórmula en confort, y
así se pierde la capacidad de asombro si eres lector, y el amor propio si eres
escritor. Tener una voz propia no es lo mismo que tener un estilo, no sé si me
explico. El estilo limita. La voz propia en cambio permite experimentar,
proponer, siempre y cuando se respete el oficio. Lo importante es no dejar de
disfrutarlo. En la novela 2666 de Roberto Bolaño aparece esta línea: “¿Y
qué es magia? Magia es épica y también es sexo y bruma dionisiaca y juego”.
Pues eso para mí es la literatura.
6. ¿Qué ha sido lo más complicado de escribir
1938? Cuéntanos algo que no te hayan preguntado acerca de esta novela.
No recuerdo ninguna
complicación. Disfruté mucho el escribir esa historia, jugué con ella y logré
meter algunas cosas que me gustan: los guiños a la obra de William S.
Burroughs, los robots, el jazz. Y, sobre algo que no me hayan preguntado,
confesaré la motivación principal de la historia. Verás, la mayoría de los personajes
de 1938 son yonquis, y todos son trasuntos de personas con las que crecí
en el barrio de Tijuana. Muchos de mis amigos han quedado varados en el camino:
pudriéndose en prisión por secuestro u homicidio, o vagando en la indigencia, o
vendiendo su cuerpo a cambio de una dosis, o fríos en las morgues.
7. Has publicado relatos en revistas como Ánima
Barda. ¿Qué opinión te merece la ficción breve?
Si me dieras a elegir,
prefiero leer y escribir cuentos que novelas. Muchas veces he pensado que la
novela no es más que un capricho de las editoriales, las cuales siguen creyendo
que venden más con propuestas de novelas que con libros de cuentos. Aun las
editoriales independientes y más arriesgadas se niegan a publicar una colección
de cuentos de un solo autor. Eso me da mucha risa. Un buen lector, un lector
que se respete, disfruta de lo lindo cuando se encuentra con la colección de
cuentos de un autor. Sin ir más lejos allí está El Colmillo Blanco de
Jack London, una novela excelente, pero que no se compara con su Relatos de
los mares del Sur. O The Grapes of Wrath de John Steinbeck,
que no me parece mejor que su The Long Valley. Lo breve para mí es
superior, por difícil, por implicar verdadero reto; el cuento, el relato, la
micro ficción, la crónica breve. He disfrutado la lectura de tantísimas
novelas, pero no se compara con la satisfacción y prodigios que he encontrado
en el cuento: Juan José Arreola, Borges (siempre Borges), Kenzaburo Oé, Mario
Levrero, Scott Fitzgerald, por ponerte algunos.
8. ¿Contradicciones en tu proceso creativo?
¿Cómo es tu método de trabajo?
Hay un miedo que me
abruma en ocasiones, y es imaginar qué diría César Aira de mis parrafadas.
Admiro demasiado el trabajo de Aira, es el escritor que nunca lograré ser.
Fuera de eso, antes de comenzar una historia procuro manosearla primero un poco
en mi cabeza, darle vueltas en distintas direcciones, como un cubo de rubik.
Pienso mucho en los finales. Después me lleno de notas y, de ser necesario,
hago dibujos de mis personajes y de algunos escenarios. Lo que sí me cuesta
trabajo muchas veces es el párrafo de arranque, eso y ponerle título al cuento
o novela o relato que esté trabajando. No soy nada bueno con los títulos.
9. ¿Cómo es tu lugar de trabajo? ¿Crees que
influyen el lugar de nacimiento y el entorno a la hora de ser escritor?
Escribo y corrijo a
mano. Mientras me encuentre a solas, cualquier lugar me viene bien. El entorno
inmediato a la hora de escribir sí que influye, porque según lo que nos rodea
relajará o trastocará nuestros estados de ánimo o concentración. Respecto al
lugar de nacimiento creo que de una manera u otra influirá por el resto de
nuestras vidas, aunque el aprendizaje constante, el abrevar en todo lo que
alimente nuestra cultura e intelecto, expandirá nuestros panoramas, tanto
metafóricos como geográficos. Pienso, por ejemplo, en el gran dibujante
Humberto Ramos: en alguna de sus entrevistas él dijo que, aún siendo de la
Ciudad de México, donde los edificios altísimos se yerguen como toda urbe
cosmopolita, fue hasta pisar New York que comprendió las perspectivas adecuadas
para dibujar las viñetas del Amazing Spiderman.
10. ¿Cómo fueron tus inicios como escritor?
¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba esto de juntar letras?
Desde muy pequeño
comencé a escribir mis historias. Ya sabes, emular a los autores que leía por
entonces. Obviamente después me llegó la conciencia más o menos clara de lo que
conlleva escribir, y sin embargo, insolente que soy, no di marcha atrás. Con
todo, aún a la fecha escribo con el mismo placer de la infancia. Lo demás,
publicaciones, etiquetas, pequeños o grandes logros remunerativos conseguidos
por la pluma, son meras añadiduras.
11. Escritura terapéutica. ¿Cómo lo ves? ¿Qué
supone para ti el acto de escribir?
Terapéutica, sin duda
alguna. Independientemente de lo que escribamos, no-ficción, ficción, crónica,
¿no es un constante exorcismo el acto de escribir? Drenarnos a cada escrito,
desnudarnos un poco, imponernos nuevas incógnitas. Supongo que los poetas son
más valientes, porque exponen mucho más sus sentimientos, pero también los que
escribimos cuento y novela nos dejamos algunos pellejos sangrantes en la
carretera.
1938 fue una de las primeras novelas que leí de Pulpture, y me encantó. Una pesadilla dieselpunk que me recordó a los cómics británicos de 2000 A.D. y al universo de Bas Lag de China Mieville. Tengo que leer más trabajos de Jesús.
ResponderEliminarCreo que toda la entrevista está llena de buenas citas.
EliminarEspero poder reseñar pronto 1938, tengo pendiente hablar de ella en el blog desde hace bastante.
Gracias por pasarte, Jorge ;)