12.4.16

NO VEO EN ABSOLUTO LA PALABRA, LA INVENTO. KAFKA Y LAS COMPLICACIONES DEL PARTO LITERARIO




Todo mi cuerpo me alerta contra cada palabra, cada palabra mira a todas partes antes de permitirme que la escriba. Casi ninguna que escribo  se adapta a las demás; oigo cómo las consonantes se rozan con sonido metálico, y las vocales lo acompañan con un canto que parece el de los negros en las ferias.
Mis dudas forman un círculo en torno a cada palabra, las veo antes que a la palabra, ¿pero qué? No veo en absoluto la palabra, la invento. En definitiva no sería la mayor desgracia, sólo que entonces tendría que inventar palabras capaces de soplar el olor de cadáver en una dirección que no nos espantara en seguida a mí y al lector.
El profano tiende a idealizar el proceso creativo; pero nosotros, escritores, que conocemos los arcanos, sabemos que la realidad es distinta. Sin contar las horas de preparación previa, (véase documentación, estudio de las herramientas del oficio y esquemas para la obra en cuestión) la creación de mundos se parece más a un parto difícil, que al éxtasis que desde fuera nos presuponen.

Es cierto que existen periodos de actividad mejores que otros, sobre todo cuando rompemos con la barrera de la media hora y hemos alcanzado un grado de concentración importante. Tampoco es falsa la idea de que en algunos puntos alcanzamos algo parecido a una comunión con las musas (previo sacrificio, claro, las cosas claras y el chocolate espeso). 

Aspirante a encantador de palabras, si te habías acercado a este arte con la idea de que el escritor sueña mucho y trabaja poco... me temo que estás en un error. Para entender un poco mejor esta drástica información me gustaría compartir con vosotros un proverbio latino:
Litterarum radices amaras, fructus dulces.
Las raíces del estudio son amargas, pero sus frutos son dulces.
Y es que no podemos meternos en esto pensando en la gloria o en la fuente de oro líquido que piensas instalar en tu cuarto en cuanto firmes tu primer contrato. Escribir, al menos para mí, es una necesidad, algo que sale de las entrañas y que navega en nuestra sangre, un misterioso hálito que nos impulsa a crear. En el caso de Franz Kafka, debió de ser así, su descripción del arte de ensamblar palabras dentro de una oración y las relaciones de éstas en el párrafo... lo miremos como lo miremos, es doloroso, un proceso agónico que supone un desgaste mental y físicamente para el que sujeta la pluma (o aporrea el teclado furibundo) terrible.



¿Por qué querría alguien someterse a semejante tormento si no es por necesidad? O masoquismo, claro.

Es raro el día en el que se encuentra al escritor en plena danza ritual con las musas. Hay que trabajar duro, la inspiración no se presenta todos los días a la misma hora, no entiende de plazos de entrega, asfixia económica ni de sueños ególatras. ¿Y qué hacer cuando la frase perfecta no aparece? Kafka nos lo ha dicho: no veo en absoluto la palabra, la invento. Y eso hacemos nosotros, convertir la escritura en un acto de fe, pues confiamos en que al final todo ese cúmulo de caracteres sobre la hoja en blanco cobrará sentido; entonces todo merecerá la pena.
Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada.
Un buen planteamiento, sí; no obstante, para que dicho libro exista, primero necesitamos que el autor sobreviva al proceso creativo. Porque juntar una palabra después de otra, nunca es sencillo. Para escribir hay que estar un poco loco.

10 comentarios:

  1. ¿Solo un poco? Muy locos, hay que amar con locura las letras porque si no, no pasaríamos tanto tiempo a solas con ellas, imaginándolas y creándolas, eso es lo que al final nos enloquece ;)
    UN POST MUY INTERESANTE :D
    un superabrazo!!!

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    1. Je, je, je lo bueno de esta locura es que une, nos ayuda a encontrar otras almas afines, ¿verdad? La vida del escritor sigue siendo solitaria (no tanto como antes, en parte gracias a la tecnología); pero sí, hay que estar muy loco para pasar tantas horas a solas con ellas.

      ¡Mil besos, preciosa!

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  2. AMÉN

    Por eso a veces me crispan un poco los talleres de escritura, de organización, de creación... Vamos a ver, es cierto que cuando uno se organiza todo rueda mejor, pero es que los escritores, por necesidad, necesitamos algo de desorden mental para crear. Porque cuando creas, cuando lo haces de verdad, las ideas previas se difuminan y te dejas llevar tecleando por boca de tus personajes.

    Besos ^^

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    1. Yo creo que para crear primero debe haber caos, porque antes de exteriorizar todas esas ideas... su formación en nuestro interior ha sido caótica.

      Aquí una adepta del caos ;)

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  3. Me ha gustado mucho tu entrada, Ana, y la he recomendado por ello, como habrás visto, porque creo que es necesario recordar que escribir es algo más que un mero sueño. :)

    Kafka centra muy bien el tema de que el proceso creativo no es siempre un campo de rosas, como bien señalas tú también. Yo soy el primero en que hay días que no quiero escribir cierta parte, pero insisto en hacerlo hasta que vuelvan el subidón, porque, a veces, hay subidones mientras escribo y debo aprovecharlos... Pero la mayor parte del trabajo es trabajo, quiero decir... Es poner una palabra y luego otra. Así de fácil, así de difícil, y creo que hay algo en ese proceso lo suficiente para que siempre volvamos. Es mi credo. Al menos, me permite pensar que no pierdo el tiempo.

    Genial entrada.

    ¡Saludos!

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    1. Gracias otra vez por recomendarla en las redes ^^
      Sienta muy bien saber que os gustan las entradas del blog.
      Yo creo que esto tiene algo de adictivo, porque poco después de terminar... por mucho que hayas sufrido ya estás pensando en volver :P

      Un abrazo y gracias por tus amables palabras.

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  4. Es realmente fácil pensar que escribir no cuesta nada, pero es que hay veces que de verdad no cuesta nada, o cuesta muy poco, e incluso puede llegar a ser realmente satisfactorio; pero no siempre es así. O por lo menos para mí es así.
    Escribir puede llegar a ser realmente duro. Leí que Kafka tenía largos períodos de bloqueo en los que no escribía nada. Creo que muchas veces se habla de lo maravillosa que puede ser la imaginación, pero no parece hablarse tanto del daño que puede hacer. Yo mismo pienso en deshacerme constantemente de todo lo que escribo, pero también pienso que si lo hiciese me terminaría arrepintiendo.

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    1. Muchas gracias por tu visita, Urria :)
      Sí, hay momento gloriosos en los que no cuesta casi nada, en los que sientes una emoción difícil de describir.
      Y sí, Kafka tuvo momentos muy duros, la tuberculosis tampoco ayudó demasiado. Hay un libro de Jordi Sierra i Fabra que habla del periodo final de su vida y una hermosa anécdota, se llama Kafka y la muñeca viajera (por si te interesa).

      En mi caso cada vez que vuelvo a algo que haya escrito hace algún tiempo le encuentro fallos por todas partes, aunque haya sido publicado, pero empiezo a pensar en cómo lo mejoraría. He leído en más de una ocasión que a los profesionales tampoco les gusta nada releer sus trabajos anteriores.

      ¡Un saludo!

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    2. De Jordi Sierra i Fabra no he leído nada (bueno, empecé hace poco La música del viento, que me está gustando, pero todavía me queda un trozo). Había leído sobre el tema de la muñeca y el libro que comentas, es posible que un día le eche un vistazo (me interesa mucho Kafka).

      A mí tampoco me gusta mucho releer mis cosas, a veces es como una patada en la boca, pero para aprender de los errores o averiguar como hacerlo mejor como dices viene bien.

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    3. La buena noticia es que si vemos esos errores quiere decir que vamos mejorando :)
      La música del viento no lo he leído, pero el título es bastante evocador. Kafka y la muñeca viajera está basado en la anécdota real y tiene unas ilustraciones muy chulas también.

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