CÓMO HACERSE RICO, DE JEFF FISHER

El artista e ilustrador Jeff Fisher nos expone aquí su método infalible para llenarse los bolsillos [...] El que él mismo esté completamente arruinado no hace más que añadir un ligero escalofrío a este adorable clásico.

Lo que acabáis de leer es el texto que aparece en la contraportada, tanto éste como el título del libro definen muy bien la esencia del mismo. Esta sátira es una recopilación de casi todas las formas posibles de conseguir dinero, perderlo, volver a conseguirlo... La trama hace las veces de uróboros, la riqueza nunca permanece, vuelve, se va... 

Si hablamos de la prosa podemos decir que son frases sencillas, la mayor parte de las veces solo hay una por página, que acompañan a las ilustraciones. Está narrado en la 2ª persona del singular. A medida que avanzamos en la lectura sentimos que somos nosotros aquellos que corremos detrás del dinero, esa deidad caprichosa.

En un principio nosotros trataremos de alcanzar nuestra meta (ser asquerosamente ricos, tan ricos que nos sonemos la nariz en billetes de 500, mientras un empleado instala en nuestro despacho una fuente de zumo, licor o cualquier otra barbaridad que se nos haya ocurrido) por medios honrosos, pero el exceso de trabajo nos lleva al hospital (este desenlace se repite a lo largo de todo el libro y normalmente abre una nueva etapa), después de esta derrota perdemos la inocencia y nos decidimos por otra clase de estrategias. Quiero señalar que a veces esta convalecencia es metafórica.

La relación entre el texto y la ilustración es de suma importancia, ya que el significado de ambos tiende a ser contradictorio, provocando una sonrisa en el lector. Ahí reside buena parte del humor y el buen hacer de Fisher.

Vendes tu alma al diablo.

El engaño es una constante en la obra, nunca afrontaremos las consecuencias de nuestros actos. Huir a tierras lejanas y exóticas, cambiar de identidad... la evasión parece ser siempre la respuesta.

El culmen del libro llega cuando vendes tu alma al diablo, pero... ¡sorpresa! ¡Él no cumple su parte del trato! La portada ilustra ese desafortunado trato.

A pesar del humor y del estilo simpático de las ilustraciones es una crítica brutal a nuestra sociedad. Se llegan a ilustrar frases hechas como: vendes a tu madre. 

Vendes a tu madre.

El final rompe con toda la estructura anterior y el aparente realismo (si olvidamos la parte en la que le vendemos nuestra alma al príncipe de los infiernos). No diré más para no estropearos la lectura.

Pasemos al punto de vista estético. En el interior del libro observamos que el autor se vale únicamente de colores planos, dos a saber: rojo y blanco. El mundo que nos presenta se compone de trazos esquemáticos y en algunas páginas están dominadas por siluetas rojas.

Hemos dicho que el narrador está en 2º persona del singular y las ilustraciones lo apoyan (sí, es cierto que Triple F se decanta por un personaje masculino, no obstante tiene tan pocos rasgos diferenciadores que podría ser cualquiera de nosotros). Se caracteriza por la escasez de escenarios, normalmente tenemos un fondo blanco con una línea recta y roja sobre la cual se sitúan los personajes. Siempre juega con la perspectiva y las proporciones, que no acostumbran a corresponderse con la realidad.

Te acuestas con tu jefe.

El texto posee también valor estético, predomina la mayúscula gris; pero cuando hay mucho texto, éste ocupa todo la página y su tamaño crece considerablemente.

Para terminar analizaremos la portada. Título en negro; autor en blanco: oposición, contraste. El demonio es gigantesco y mira directamente a nuestro protagonista, se le adivina poco amistoso. Las figuras no están perfiladas mas que por el contraste de los colores, exceptuando el rostro del protagonista. Los colores no son del todo planos, se aprecian pinceladas en otros tonos que le confieren volumen.

Se lee en un suspiro, es divertido y si buscas algo ligero es perfecto; en cambio, si decides que quieres llegar más allá de la superficie encontrarás una crítica inteligente y mordaz de nuestro tiempo.