4.6.15

La casa de la vaguada, de Gabriel Bermúdez Castillo



Me siento morir. El tránsito está cerca. Pido que no se me incinere y que si se ha de hacer la autopsia de mi cuerpo, se le trate con el mayor respeto, y con los menores daños posibles. Escriban a Jer…

Título: La casa de la vaguada.
Autor: Gabriel Bermúdez Castillo.
Editorial: Pulpture.  
Colección: Fobia.  
Páginas: 64.  
Formato: Bolsigrapa.
Precio: 3,50€.
Sinopsis: Hugo Tamarit es un despreciable usurero que disfruta con la desgracia ajena. Un día recibe una desconcertante noticia: su tío abuelo Zebulón, al que todos creían muerto, ha fallecido al fin, dejándoles a él y a su hermano su única propiedad. Se trata una escalofriante casucha construida en una vaguada y a la que nadie se atreve a acercarse. Dicen que está embrujada.

Pero, más extraño aún, Zebulón, que parecía vivir en la miseria, ha pagado parte de su entierro con viejas monedas de oro. ¿De dónde sacaba el viejo semejante tesoro, más propio de un museo?

Hugo, movido por su codicia, no dudará en entrar en la ominosa casucha y enfrentarse a su aura de maldad. Y a lo que quiera que habite dentro.


 Decir que tenía muchas ganas de leer algo de Gabriel Bermúdez Castillo es decir poco, así que cuando Pulpture editó esta pequeña obra no dudé en hacerme con ella. Puedo decir que ha sido un grato primer encuentro.
Pero todo eso a vosotros no os interesa queréis saber de qué va esta joyita y por qué Bermúdez Castillo es uno de los grandes de nuestro país.

El personaje principal, Hugo Tamarit, es pérfido, avaro, despreciable... podríamos decir que goza de todo lo negativo que puebla nuestra psique, y, sin embargo el autor ha conseguido que página tras página nos importe qué le depara el futuro y, por supuesto cuál es el misterio que rodea la casa de la vaguada.

Pero ninguna de esas ocultas maniobras ni ese público comportamiento se reflejaba en los rasgos de Hugo Tamarit. Contemplaba a un hombre que rondaba la cincuentena, con el cabello ligeramente canoso, los rasgos del rostro limpios y perfectos, la expresión amable y, sobre todo, unos ojos azules, profundos, y en los que solo un atento examen descubría en el fondo la dureza del diamante.
 La muerte de su tío abuelo Zebulón irrumpe en su mundo cotidiano, sacándolo de su cómoda vida de lujos y actividades poco honorables. Les ha dejado todo cuanto poseía a él y a su hermano Óscar, éste último se halla muy lejos de allí, pues es un capitán de la Marina Mercante y lo más probable es que continúe en África.

Zebulón era pobre y debido a su situación económica, Hugo se ganó su enemistad en el pasado cuando le negó su ayuda.

Estaban introduciendo el ataúd en el interior del panteón, del cual salía un hálito tibio, cargado con un extraño aroma vegetal. Al mismo tiempo apareció en la lejanía un sacerdote revestido, precedido de un monaguillo que portaba una cruz.
El misterio rodea a Zebulón y a su casa, no tenía contacto con sus vecinos, únicamente con un hombre que hacía diversos recados para él... recados que pagaba con unas antiguas y valiosas monedas de oro —las mismas monedas con las que pagó su entierro—
y será este tesoro insinuado lo que despierte la codicia de Hugo.

Es una novelilla corta, pero intensa con un regusto Lovecraftiano, (no quiero decir a qué relato para evitar spoilers), en cuanto a la ambientación y al desarrollo de cierta arte...

—No sé si podré perdonarte algún día, no lo sé… Pero si no lo hago te arrepentirás de haberme tratado así. De todas formas, no volverás a verme más. Quédate con mi maldición, y ojalá te dañe.
Hugo tuvo que bajar la mirada ante aquellos ojos que brillaban de una forma deslumbradora. Por un momento, le pareció ver algo como una sombra muy oscura tras el cuerpo del tío abuelo.
Las atmósferas creadas por Bermúdez Castillo son únicas, así como sus escenarios, colmados de detalles, pero sin obnubilar al lector. 

El ritmo no decae y el misterio está llevado de forma magistral hasta la conclusión de esta aventura.

La casa de la vaguada se basa en las consecuencias de cada acto, en cada intención oculta tras la máscara que es nuestro rostro.

El final abierto y ambiguo, como a mí me gustan, de esos que te obligan a pensar durante días en los posibles desenlaces.

¡Deseando leer el resto de su obra! El mundo Hokun, El señor de la rueda, Salud mortal, Espíritus de Marte, Los herederos de Julio Verne... 


Tantas historias maravillosas por descubrir y tan poco tiempo...

... el sino del lector.

Gabriel Bermúdez Castillo

4 comentarios:

  1. Ayyy la usura... Y es que el ser humano no aprende, la realidad siempre supera la ficción y por muchos personajes a los que se cargue su propia codicia el mundo occidental siempre les ganará en número.

    Me atrae el misterío, la maldición y lo cuentas sobre la novela, cuando el autor es tan hábil como para describir y hacer entender las consecuencias de cada acto y además dejar un final abierto, se me hace la boca agua.

    Un besote ^^

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    1. Tú lo has dicho, Carmen, Gabriel es súmamente hábil.
      Te recomiendo este para empezar ya que es tan cortito, pero también el resto de su obra :D

      ¡Abrazos!

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  2. Me leí el libro de una sentada y es como un pequeño fósil literario. Se nota a la perfección que Gabriel Bernúdez es un autor de otra época. Yo también tengo ganas de leer sus otros libros, sobre todo El señor de la Rueda.

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    1. Lo mismo me pasó a mí ^^
      Creo que tu comparación con el fósil es muy acertada, además Stephen King define así el proceso de escribir en su libro "Mientras escribo".
      Oh, "El señor de la rueda me intriga mucho" y "Espíritus de Marte también" :D
      seguro que terminamos por leer más cosas suyas antes de lo que esperamos.

      ¡Un abrazo!

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