Callada sinfonía de ruinas esqueléticas
- siete algodones blancos contemplándonos -
hirvió hasta superar muchos mil grados
cuando las almas fueron persiguiendo la rosa,
deseándola.
Volvíamos a ser jóvenes,
a sentir y a saber que el viejo cauce,
huída el agua que lo dinaminazaba,
estaba henchido, otra vez,
vena viviente de promesas
de unas sangres calientes que él no tuvo;
elásticas arterias
que creaban la vida
turgente de brotar los arcoiris
en las dos frentes místicas
que seguían en fe y en esperanza
de insaciadas nacencias de creceres húmedos.
Adios no hubo.
Eran miradas,
Sonrisas virginales
con el susto
de un futuro milagro
hecho presente.
Se creyeron profetas genesíacos
de un prodigio
de dos miradas de color de rosa.
Waldo Santos
♦ Alaciar de la luz estremecida ♦
Muy colorista, pero con un halo de tristeza y una oscuridad escondida.
ResponderEliminarAl menos es lo que yo pienso ;-)
Un abrazo guapísima!!!
Me alegro de que te haya gustado.
Eliminar: )
Un abrazo.