7.1.12

Terror Primario


Era una fría mañana de noviembre y el viento me traía aquellos susurros glaciares que tanto me reconfortaban. Las nubes ocultaban casi por completo el sol, y debido a la escasa luz las sombras se mostraban mucho más sugerentes.

Aquel día salí temprano de casa, a esas horas las calles estaban completamente desiertas y me resultaba muy placentero pasear por ellas en tales condiciones.

En aquel momento me encontraba atravesando con deliberada lentitud la parte antigua de la ciudad, disfrutando con el sonido de mis pisadas sobre el frío pavimento.

Finalmente me detuve y alcé la vista mientras el pelo me hacía cosquillas en la nariz, y no pude evitar sonreír con melancolía. Se me humedecieron los ojos hasta que lentamente comenzaron deslizarse lágrimas por mis mejillas, como si de pequeñas agujas de hielo se trataran.

Cerré los ojos, y entonces lo noté; ese peso en el pecho, por llamarlo de alguna forma.

Se me insinuaba en ciertas ocasiones, pero ahora era certero.

Supe que no podría seguir huyendo, pero no quería afrontar que cada día me hundía más.

Tenía la sensación de que si no admitía lo que me estaba pasando todo iría bien, pero en el fondo sabía que no era así.

Me senté lentamente a la vez que me rodeaba con los brazos y comencé a balancearme frenéticamente en un intento de controlar aquel llanto que amenazaba con derribar mi fortaleza.

La soledad, algo a lo que había temido desde mi más tierna infancia; quedarme sola para siempre, aquella idea me aterraba.

Por ello siempre intentaba mostrarme cariñosa y abierta con mi entorno. Nunca he sabido si lo hacía porque estaba en mi naturaleza o por aquel terror primario a la soledad.

Sin embargo con el paso de los años algo cambió en mí, aún no se el qué. Sólo se que sin apenar darme cuenta, lenta pero inexorablemente la soledad llegó, y me hundí en ella hasta el punto de que pronto comenzó a consumirme.

Intenté zafarme de ese sentimiento que oprimía mi pecho pero fue inútil e inevitablemente mi coraza se desmoronó.

Todo el dolor que había estado intentando reprimir, todos esos sentimientos reprimidos, me golpearon por primera vez de forma contundente y me sentí morir.

3 comentarios:

  1. Todos tenemos miedo a la soledad.

    Me ha gustado mucho cada palabra que has escrito, porque es como si estuvieras narrando como me siento en muchos de mis días.

    Sé lo que es llorar y que un fuerte dolor ahogue el pecho.

    Antes yo también tenía miedo a la soledad...Ahora a lo que tengo miedo es a sentirme sola estando rodeada de amor y gente que me quiere de verdad.
    Es entonces cuando todo lo que nos sucede nos derrumba y nos sentimos morir.

    Y lo más díficl de todo es resurgir una vez que se ha pisado bien hondo...

    Un abrazo gigante Ana!!

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  2. Gracias por tu amables palabras.
    Entiendo muy bien cuando dices que te da miedo sentirte sola estando rodeada de fente que te quiere... Supongo que a veces olvidamos un poquito lo que tenemos.

    Un abrazo enrme para ti también.

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  3. 365 días para cambiar tu vida ;-)

    Sobra decir que tmabién me haré de él, porque este año necesito pautas que me ayuden a discernir como cambiar mi vida, para ser la Rebeca que quiero ser xD

    Si es que cada libro de Francesc parece estar escrito para mí. Tengo esa sensación desde que le descubrí!!;-)

    Te recomiendo Quantic Love encarecidamente, te va a gustar. A ti que amas la música y seguir aprendiendo, sabrás valorarle!!Lo sé!!

    Besoss

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Bienvenidos a mi mundo :)